Interior exhibe artefactos visuales que focalizan en aspectos de la dinámica actual de la industria agrícola en Sudamérica. Si el territorio es un espacio delimitado por procesos de significaciones sociales, políticas, económicas y culturales, Livio Giordano puntualiza en las dinámicas que una actividad como el agronegocio, modifica varias de ellas.
La imaginación puesta sobre el “campo” persiste con modismos similares a los operados en el siglo XIX. La pampa, el desierto, la naturaleza funcionan como nociones en las que se depositan prejuicios de diversa índole como el sosiego, lo vacío y hasta la abundancia y lo pródigo con relación a su valor económico y simbólico. Basta evocar el juego de mesa El Estanciero para recordar procesos imaginativos y de identificación de largo alcance. Dentro de este constructo la expansión de la agroindustria anuda nuevos pliegues desde hace más de treinta años. Industria que, como tal, busca sacar el mayor rédito económico y que, en su afán comercial, hasta propone desdibujar fronteras delimitadas durante la construcción de los Estados–nación y delimitar nuevas, de acuerdo a su propia lógica empresarial. Así, no sólo se cartografían territorios con fines comerciales sino que también se delimitan contornos artificiales sobre los ya existentes. Se utilizan, entonces, maneras de representar de cuño moderno (el mapeo, la topografía, la infinitud de la naturaleza) sobre soportes contemporáneos (resoluciones publicitarias en pantallas leds, banners, formatos audiovisuales) para mostrar un concepto de progreso que detalla algunas de las operaciones productivas implementadas, pero no así los conflictos que varias de ellas provocan sobre la ecología y la estructura social y simbólica de las diferentes regiones.
Livio Giordano viajó por gran parte de la Argentina y países limítrofes capturando imágenes de este proceso. Las piezas de esta exposición están estructuradas en dos registros de diferente representación: una fotografía y una ficha de juego. Las primeras muestran engranajes de esta industria, las otras son cartas del juego El Estanciero con indicaciones y valores comerciales. Cada una marca un límite que en su encuentro dispara una disrupción que busca condensar tiempos históricos, mecanismos de identificación con la naturaleza y potenciar el pensamiento crítico.
El límite se hace presente. Si éste alude a una línea que separa dos territorios, la frontera a su vez, señala una región que posee cierto grado de profundidad, constituye un umbral de transición y cambio en medio del cual se encuentra el límite, cumpliendo con una función dual de ser barrera y membrana permeable a la vez.
Entonces, ¿cómo capturar al “campo” en sus diversas acepciones desde el interior de una vivienda en una gran ciudad?
Sebastián Vidal Mackinson