Outstanding artist in the artistic panorama of the 80’s in Buenos Aires, Liliana Maresca generated a paradigmatic work since the early eighties, starring in the enthusiastic youth bohemian that detonated in Buenos Aires after the return of democracy, quickly transforming into an inflection figure who initiates and develops many of the avant-gardes that will characterize the art of the 90s. Her activity included paintings, objects, sculptures, installations, performances and photo-performances. Her works collect the neo-Dada spirit, minimalist models and conceptual strategies that dominated the artistic panorama of the second half of the 20th century in Argentina, intertwined with the iconographic repertoire of alchemy and spiritual searches, making use of the technological resources that the time offered, without forgetting in any case the necessary poetic elaboration. An artist who knew how to work in dialogue with her contemporary colleagues, highlighting one of the most controversial stages in Argentina after the military dictatorship, making the content of the image both an aesthetic and a documentary register. Her strong activism as an artist and as a woman committed to her social context, made her develop a characteristic discourse where the focus was not on unjustified confrontation but on offering her own body as a battlefield to question the status quo; works such as “Liliana Maresca with her work”, “Public image – High Spheres” or the self-portraits of Maresca in the Marconetti Building or the National Museum of Fine Arts, among many, give an account of this. The graphic media also served her to question the concept of work of art as a single piece, making it possible to multiply its image as a poster, thus approaching the field of mass communication. But it was as a pioneer in photoperformance – by then without that denomination – where Maresca found the ideal support to point out and denounce situations of social and gender-based violence, hypocrisy and double discourses, always committing her body, assuming different fictitious personalities, protagonists of stories where the image becomes a vehicle for the artist’s actions, a auxiliary that complements the action by fixing a moment in time, transforming it into something worth preserving.
Artista destacada en el panorama artístico de la década del 80 en Buenos Aires, Liliana Maresca generó una obra paradigmática desde comienzos de los años ochenta, protagonizando la entusiasta bohemia juvenil que detonó en Buenos Aires a partir del regreso de la democracia, transformándose rápidamente en una figura de inflexión que inicia y desarrolla muchas de las vanguardias que caracterizarán el arte de los 90. Su actividad incluyó pinturas, objetos, esculturas, instalaciones, performances y foto-performances. Sus trabajos recogen el espíritu neo-dadá, los modelos minimalistas y las estrategias conceptuales que dominaron el panorama artístico de la segunda mitad del siglo XX en la Argentina, entrecruzados con el repertorio iconográfico de la alquimia y de las búsquedas espirituales, valiéndose de los recursos tecnológicos que la época le ofrecía, sin olvidar en ningún caso la necesaria elaboración poética. Una artista que supo trabajar en diálogo con sus colegas contemporáneos dando cuenta de una de las etapas más controversiales de la Argentina post dictadura militar, haciendo del contenido de la imagen un registro tanto estético como documental. Su marcado activismo como artista y como mujer comprometida con su contexto social, hizo que desarrollara un discurso característico donde el foco no estuvo en la confrontación injustificada sino en ofrecer su propio cuerpo como arena de batalla para cuestionar el status quo; trabajos tales como “Liliana Maresca con su obra”, “Imagen pública – Altas Esferas” o los autorretratos de Maresca en el Edificio Marconetti o el Museo Nacional de Bellas Artes, entre tantos, dan cuenta de ello. Los medios gráficos también le sirvieron para poner en crisis el concepto de obra de arte como pieza única, posibilitando la multiplicación de su imagen a modo de afiche, acercándose así al campo de la comunicación masiva. Pero fue como pionera en la fotoperformance –para entonces sin esa denominación- donde Maresca encuentra el soporte ideal para señalar y denunciar situaciones de violencia social y de género solapada, hipocresía y dobles discursos, siendo siempre su cuerpo el comprometido asumiendo distintas personalidades ficticias protagonistas de relatos donde la imagen pasa a ser un vehículo para las acciones de la artista, un auxiliar que complementa la acción fijando en el tiempo un momento, transformándolo en algo digno de conservar.